La accesibilidad, aportación creativa de las personas con discapacidad, hace aún más democrático el bien humanos de la lengua, mejorando la comunicación y la construcción colectiva de las comunidades, en clave de diálogo y cooperación.
Así se ha expresado el presidente del CERMI, Luis Cayo Pérez Bueno, durante su disertación en la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro, promovida por la Real Academia Española, y que ayer y hoy se celebra en Madrid, en la sede académica.
Pérez Bueno partió de la aseveración categórica de que la lengua es el bien humano individual y social más democrático, tan democrático, que una minoría discreta y aislada, como la de las personas con discapacidad, no solo es usuaria de las lenguas generalizadas, sino que también es productora y creadora de lenguas propias, como es el caso de la Lenguas de Signos (o de Señas, como se conocen en Hispanoamérica). Se trata de una comunidad lingüística cuyo origen está en la discapacidad.
Pero, pese al carácter democrático de la lengua, prosiguió Pérez Bueno, las personas con discapacidad pueden experimentar restricciones o barreras de uso, he ahí don opera la accesibilidad, su necesidad imperiosa.
Ante ello, se hace preciso instaurar mecanismos que acojan y gestionen de modo óptimo las diversidades de uso. Aquí la llave maestra es la accesibilidad, que en relación con las personas con discapacidad adopta una doble dimensión, precisó el presidente del CERMI.
Por un lado, la accesibilidad al contenido, que viene referida a la materialidad de los mensajes lingüísticos, es decir los soportes, canales y formatos de emisión, que han de ser accesibles.
Como ejemplos, señaló la lectoescritura braille, los lectores de voz, los sistemas alternativos o aumentativos de comunicación (pictogramas), el subtitulado de las locuciones, etc. Son muestras de que la accesibilidad favorece el acceso a las lenguas a través de las diversidades de uso.
Por otro lado, está la accesibilidad al sentido, aclaró el representante asociativo. No basta con acceder al contenido, se ha de captar y comprender el sentido (inteligibilidad de la lengua). Y en este punto, puso como expresión elocuente la lectura fácil, metodología enmarcada en la accesibilidad cognitiva, contrastada y avalada, con sanción legal en España, en la que los propios “hablantes”, las personas con discapacidad usuarias son las instancias de creación y de normatividad.
Pérez Bueno resaltó también el carácter innovador, de vanguardia de la discapacidad, que, gracias a tensión de lo diverso, produce frutos sociales valiosos, adelantándose creativamente y ensanchando el potencial y el alcance de la lengua como vehículo de comunicación no excluyente.
El presidente del CERMI pidió explorar las afinidades y diferencias entre el leguaje claro y la lectura fácil, las convergencias y divergencias de estas dos metodologías, que mutuamente deben apoyarse.
Finalmente, el dirigente asociativo apuntó al uso moral de la lengua, en el caso de las personas con discapacidad, que no se puede imponer normativamente pero que se debe esperar y alentar con una labor decidida en favor del respeto lingüístico.